Mírame a los ojos
guapa
En
un otoño lluvioso, un caballero buscaba
La
calle donde vivió, antes de marchar de España.
Recorrió
el pueblo entero, sus rincones y sus plazas
Pero
todo fue en vano, porque nadie le explicaba
que
habían cambiado el nombre de las calles
y
los números de las casas.
Entonces
comprendió, por qué devolvían las cartas,
que
escribía cada día a su esposa, a la que él tanto amaba.
Le
daba los buenos días, con un “mírame a los ojos guapa”
inundando
con su luz, hasta el fondo de su alma
“No
puedo vivir sin ti, por qué sin ti no soy nada”.
Con
estos lindos recuerdos, llegó a una hermosa plaza
repleta
de personas de toda clase y raza.
Entre
el gentío una preciosa joven
en
sus manos una bolsa blanca
Dando
comida a las palomas, que a su alrededor revoloteaban
El
caballero sin darse cuenta, hacía ella se acercaba
se
quedó petrificado, cuando la miró a la cara
vio
dos brillantes perlas, de un verde esmeralda
Y
se atrevió a preguntarle - señorita ¿cómo te llamas? -
Le
contestó con dulzura, - señor mi nombre es Esperanza -
- ¿Tu
primer apellido es Beltrán? - Si - dijo ella, un poco asustada -
- ¿cómo
sabe mi apellido? - Es una historia muy larga -
- ¿Dónde
vives? - Aquí cerca - ¿Te puedo acompañar a casa? -
- No, eso no es posible, no le conozco de nada
-
- ¿Vives
sola? - No señor, vivo con mi yaya -
- ¿Y
tu madre? - Está en el cielo - ¿De tu padre que sabes? – Nada,
hace
tiempo se marchó, a una tierra lejana -
La
joven le dijo adiós y se fue desconcertada
Él
quedó confuso, inquieto, con la cara desencajada
Era
su hija no tenía duda, pero ¿cómo lo explicaba?
La
fue siguiendo de lejos, para que no sospechara
Solo
quería saber, donde estaba su hogar
Entonces
reconoció la calle y también recordó la casa
La
tristeza lo atrapó, porque su esposa no estaba
Ya
no podría decirle “mírame a los ojos guapa”
Se
atrevió, llamó a la puerta y la que abrió fue la yaya
Ella
si lo conoció, lo abrazó y dijo - ¡hijo de mi alma, pasa! -
Él
la retuvo en su pecho, un buen rato junto a su alma
- Cuántas arrugas Dios mío, ya no parece su
cara
¿Por
qué no me vine antes, para poder ayudarla? -
- Dime hijo mío, ¿qué fue de tu vida? Tantos
años sin saber nada -
- Madre
escribí todos los días, pero devolvían mis cartas
Por favor cuéntame todo, ¿cómo nos dejó mi
amada? -
- Creo que de tristeza, sus padres se la
llevaron a su casa
No
sufras más hijo mío, estuvo muy bien cuidada
Dejó
este mundo recordándote, repitiendo tus palabras
Cogía
las manos de vuestra hija, le decía “mírame a los ojos Esperanza”-
En
ese momento bajó las escaleras, elegante, esbelta, guapa,
Había
escuchado todo lo que preguntó su padre y lo que explicó la yaya
Ya
se despejó el misterio, del caballero en la plaza
de
su ternura con ella, de tantas preguntas extrañas
Se
abrazó al cuello de su padre, de besos inundó su cara
él
la llenó de caricias y le dijo - mírame a los ojos, hija de mi alma.
Aquí estoy con vosotras, y no me moveré de
casa
tengo
una gran fortuna, no os faltará de nada -
Y
se abrazaron los tres, la felicidad, el amor, en el aire se notaba.